Todos tenemos historias qué contar acerca de nosotros mismos cuando estamos entre familiares y amigos. Estas historias son diferentes y no necesariamente se relacionan entre sí. Les contamos acerca de nosotros en nuestro navegar por un mundo complejo, ya se nuestra vida privada o nuestro rol en la vida pública – aún les decimos de la sociedad en la que vivimos o la situación política en la que nos encontramos. Vamos navegando por el mundo de una manera muy fracturada.
Esto es una verdad en nuestras vidas privadas y lo es también en la vida de nuestras congregaciones. Tengo curiosidad acerca de los personajes de nuestra historia diocesana y qué virtudes nos son reveladas que puedan mostrarnos quiénes somos como parte de una comunidad Episcopal.
La Diócesis no es una oficina en la avenida Texas en Houston. No es una iglesia aislada o un obispo o rector. Nosotros en Houston no somos una oficina inalcanzable con algún tipo de organigrama episcopal jerárquico, en relación con nuestras congregaciones.
Kenneth “Ken” Earl Wilber, un autor Americano, y Rolf Sattler, un biólogo de plantas especializado en la morfología de las plantas, propusieron una “teoría integral” para ejemplificar qué tan similar funcionan las relaciones. Sus estudios revelaron que en la naturaleza existen las “oligarquías”. Al darle aplicación práctica a su trabajo, descubrimos que nuestras relaciones dentro de la estructura podrían ser más parecidas a un juego de muñecas de jerarquización, también conocidas como muñecas rusas Matrioska.
Como una Diócesis, somos una familia de historias interrelacionadas. Cada uno aporta una parte integral a la historia en su totalidad —una comunidad de congregaciones, el clero, los bautizados— no importa en dónde nos encontremos, no importa qué rol juguemos. Somos parte de la historia que se extiende a los muchos contactos de los 57 condados y las vidas que nos rodean. Todo esto forma parte de la amplia comunidad de Diócesis dentro de la Iglesia Episcopal, nuestra familia Anglicana global… todos nosotros trabajamos para contar una historia, en realidad, La historia.
La historia a la que ultimadamente estamos invitados a formar parte de, no es una historia de mí, ni es una historia de ti como individuo, ni siquiera es una historia acerca de nuestra Diócesis o de los lugares de empleo o las iglesias o la política y sus maquinaciones. En cambio, tal y como lo creemos, es la historia de Dios.
Tú y yo estamos siendo invitados a la historia de Dios. Y es Dios quien nos hace la invitación. Es Dios quien nos teje entre los hilos de este telar. Hay una historia, la historia de Dios, la historia de la propia creación de Dios…la creación hecha por Dios, una historia que nosotros no creamos acerca de Dios, pero que en lugar de eso es una historia a la que Dios nos permite entrar a formar parte de. Es Dios quien decide, quien nos crea con el fin de que podamos participar en la propia historia de Dios y su narrativa. Es una historia que data desde Adán y Eva, Caín y Abel, hasta las historias de la proto-creación que nos ayudan a entender quién es Dios y de qué se trata Dios. Estas historias se abren camino a través de Abraham y Sarah, Jacobo y Raquel, se abren paso a lo largo de toda la historia hasta el día de hoy y llegan hasta nosotros. Dios no simplemente ha enviado a los apóstoles, sino también la lectura de la historia de Dios nos dice que Dios envía a su pueblo… Dios nos está enviando.
La historia de la Missio Dei—Misión de Dios. Es una misión de reconciliación a través de la cual Dios intenta tener una relación con la creación y con el pueblo de Dios, y nosotros, como parte de esa familia y parte de la historia, estamos llevándolo a cabo. Somos la Iglesia, estamos siendo enviados. Nos convertimos en los personajes principales de la historia. No somos los héroes de nuestra historia pero los ciudadanos virtuosos dentro de la historia de Dios. Cada uno de nosotros formamos parte de la gran narrativa que se está desenvolviendo.
Y mientras reflexionamos en esta gaceta acerca de nuestro trabajo a lo largo del año pasado y damos un vistazo hacia el futuro, no lo hacemos desde un punto de vista de lo que hemos logrado, sino lo que Dios ha logrado a través de nosotros como parte de la historia de reconciliación de Dios.
¡Y es que miro hacia atrás y veo con gozo todo lo que Dios ha hecho a lo largo de la Diócesis durante el año pasado, y también con esperanza y anticipación contemplo lo que tenemos por venir para la próxima temporada! Como la Diócesis Episcopal de Texas, servimos a más de 200 congregaciones episcopales y comunidades que van desde Longview hasta Palacios, inspirando a los Tejanos a buscar de Dios para dar origen a nuevas comunidades y promover relaciones entre ellos.
El huracán Harvey tuvo un impacto dramático en varias partes de nuestra Diócesis y más allá de ella durante el año 2017. Responder a las necesidades originadas por el huracán fue nuestro énfasis mayor en el trabajo realizado durante el 2018 y hemos sido capaces de implementar en su totalidad Recuperación Harvey. Esto incluye tanto un plan financiero para las congregaciones impactadas, así como una misión integral orientada a la recuperación con medidas de evaluación y conexiones claras para el involucramiento congregacional. Lo que es verdaderamente impresionante es que somos también capaces de hacer todo esto al tiempo que continuamos con nuestro otro trabajo.
En el año 2018 dimos inicio al plantío de iglesias en el sur de Austin, noreste de Houston y Pflugerville y se crearon 22 comunidades misioneras a lo largo de la Diócesis. Este es un resultado tangible de nuestra labor de construir relaciones entre nuestras comunidades. Esto nos lleva al número 10, siendo este número el de iglesias plantadas desde el año 2008 y 89 comunidades misioneras
También continuamos forjando relaciones con la Iglesia. Uno de los eventos destacados del 2018 fue el de patrocinar la 79a convención general de la Iglesia Episcopal en Austin. No exagero cuando digo que nuestros esfuerzos en el patrocinio fueron un gran éxito. Visitantes a lo largo de nuestra Iglesia recalcaron acerca de la hospitalidad que recibieron en Texas a manos de muchos de ustedes, quienes fueron voluntarios durante la convención.
Dentro de la Diócesis, una de nuestras metas es brindar las herramientas y recursos para las necesidades prácticas del ministerio. En el 2018 fuimos capaces de ayudar a congregaciones a que negociaran préstamos con menores tasas de interés con el apoyo de nuestro departamento financiero. También maximizamos nuestras ganancias en intereses para con ello liberar más dólares para la misión.
En el año 2019, estamos ansiosos por continuar expandiendo el alcance de la Iglesia Episcopal en nuestra Diócesis. Nos hemos propuesto una meta de plantar tres congregaciones y 25 comunidades misioneras.
Otro de nuestros énfasis estará en dar comienzo o reiniciar las misiones en los campus escolares de las Facultades y Universidades Históricamente Negras (HBCU’s por sus siglas en inglés). Durante la primavera pasada, establecimos una organización estudiantil en la Universidad Sureña de Texas, y este otoño comenzamos a trabajar en la Universidad de Texas, en Tyler. Intentaremos reiniciar un ministerio con estudiantes de Prairie View A&M en el otoño del año 2019.
Como Diócesis estamos expectantes ante las elecciones de un nuevo Obispo sufragáneo para la región Oeste y la integración que se le dará a esa persona a la vida de la Diócesis y nuestra relación como equipo.
Una comisión litúrgica diocesana se ha formado bajo el liderazgo del Obispo sufragáneo Jeff Fisher. Ellos están preparados para continuar con el trabajo de la Convención General de colectar y evaluar recursos de adoración. Este año la comisión nos ayudará dando un vistazo a la adoración no eucarística, especialmente para las iglesias pequeñas.
Otra meta para el año 2019 es la de evaluar en dónde estamos parados en términos de diversidad de liderazgo, con enfoque especial en los rectores y las iglesias grandes. Estaremos en pláticas para animar y reclutar a los mejores candidatos para las vacantes disponibles. Las congregaciones que estén en búsqueda de los sacerdotes más fuertes, se darán cuenta que no todos los mejores candidatos se ven iguales. Mientras buscamos ministrar en un mundo multicultural y de diversidad, esperamos que nuestros líderes reflejen esa diversidad con la que cuentan nuestras comunidades.
Adicionalmente, nuestro departamento de comunicación estará reorganizando e imaginando el curso futuro para el liderazgo. A través del liderazgo de Carol Barnwell durante las pasadas tres décadas, hemos podido liderar las comunicaciones de la iglesia. Estamos expectantes por lo que traerá el futuro porque ella nos ha dejado con fundamentos bien establecidos.
Hay mucho por qué dar gracias cuando miramos atrás al año 2018 y mucho por qué estar ilusionados acerca de lo que nos espera para el año 2019. En este momento, hagamos una pausa para dar gracias a Dios por el regalo de la invitación a formar parte de la historia misionera de Dios. — Una invitación que incluye el trabajo de esta Diócesis, el regalo del trabajo concienzudo, nuestras congregaciones, misiones, ministerios en campus escolares, comunidades misioneras, escuelas y otras instituciones, y por todo nuestro clero. Oremos por un espíritu renovado que continúe con la labor que Dios nos ha encomendado. Demos también gracias a Dios en nombre de Cristo Jesús, nuestro salvador y Emmanuel quien está con nosotros y siempre va al frente en nuestros planes para conducirnos y guiarnos. Amen.